«Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber.”»
Palabra del Señor
Comentario
Del Evangelio de hoy, empecemos por el final para entender el principio. Jesús dice: «Ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber». Un consejo. Hay que escuchar todo, siempre, es lo mejor. A Dios y a los demás. La Palabra de Dios es un todo. ¿Viste que a veces cuando dialogamos con alguien nos puede pasar que por no escuchar todo nos quedamos con una parte y al final no era lo que nos querían decir? Bueno, con Jesús nos pasa lo mismo, hay que escuchar todo, no quedarse solo con frases sueltas o ideas sueltas.
Si hoy nos quedamos con la primera parte, pareciera que Jesús no le importa que seamos agradecidos con aquellos que tienen tareas a nuestro cargo, o que lo único que importa es el deber y que el deber no debe ser agradecido, valga la redundancia. Nada de eso, es bueno agradecer, hace bien agradecer, incluso cuando se trata solo del deber, esto en todas las relaciones humanas, la acción de gracias es justa y necesaria. Entonces… ¿A qué se refiere Jesús hoy? Se refiere a que con Él todo es distinto. Se refiere a nuestra relación con Él, nuestra relación de amor con Él. No a las relaciones meramente humanas. El, podríamos decir, es nuestro “Patrón” y nosotros sus servidores, no sus empleados. Es una relación distinta, de amor. Y Jesús es el único “Patrón” del mundo que dio la vida por sus servidores, por todos.
El no busca otra cosa que nuestro amor, nuestra respuesta de amor. ¿Te parece que todavía debemos esperar a que nos agradezca? ¿No será que somos nosotros con nuestra vida los que debemos agradecerle a Él, con nuestro servicio? A su vez, como decía San Alberto Hurtado el gran santo chileno, los pobres son nuestros “patroncitos”, todo hombre se transforma en nuestro patrón porque es otro Jesús al que debemos servir. San Alberto llamaba a los pobres, “patroncitos”, los predilectos de Jesús. Somos servidores de Jesús y servidores de los demás, no patrones de nadie.
Por eso Jesús les enseña a sus discípulos, y a nosotros hoy, que el amor no busca ser recompensado. El que ama sirviendo por sentirse servido por Jesús, nuestro “Patrón”, no debe buscar otra cosa que el amor. La recompensa por amar es el mismo amor y no el agradecimiento de nadie. Además… Jesús ya hizo todo por nosotros ¿qué más estamos esperando?
Si estás realizando algún servicio de amor, en la Iglesia, o en alguna institución, y estás esperando que te agradezcan, todavía no entendiste todo el evangelio. Si querés empezar a servir en algún lado, tené en cuenta esto del evangelio. Somos simples servidores, y por gracia de Dios, ¿qué más necesitamos? Si amás a tu mujer, a tu marido, a tus hijos, esperando que agradezcan “todo tu amor” tan generoso y gratuito, es porque todavía estás aprendiendo a amar, estás en camino, como lo estamos todos en realidad.
Amemos gratuitamente, porque hemos recibido gratuitamente. “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber.” Así es como debemos responder cada día a nuestro Señor, cuando llegue la noche, cuando nos encuentre el momento de descansar.