Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con Él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?»
Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor
Comentario
El Evangelio en general no es lógico, ni matemático, al contrario, muchas veces parece “ilógico” para nuestra forma de pensar y muchísimas veces parece que a Jesús no le importan demasiado los números. Por ejemplo; deja 99 ovejas para rescatar una, paga lo mismo al último que al primero etc. Al mismo tiempo el Evangelio tampoco es complicado, al contrario, es para todos, para que todos lo comprendan, sin embargo justamente por ser tan simple muchas veces no lo entendemos y no lo podemos vivir. Hoy es unos de esos días en el que la “cosa” es simple y sencilla. Una pregunta (con mala intención) que buscaba una sola respuesta y Jesús contesta con una respuesta de dos partes generando una unidad.
El doctor pregunta: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”… Jesús responde: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu…Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Por si te quedaba alguna duda, no se puede separar lo que Dios ha unido. En Jesús se unifica lo que nosotros tendemos a separar, lo que los judíos separaban. Dios unido al hombre, el hombre unidos para siempre con Dios.
El hombre no puede despreciar lo que Dios no desprecia. No puede juzgar lo que Dios no juzga. No puede odiar lo que Dios no odia. No puede criticar lo que Dios no critica. No puede irritarse con lo que Dios no se irrita. El hombre si realmente ama a Dios, debe pensar y sentir lo que Dios piensa y siente. Eso es amor. “Con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu” Con todo, no con una parte. Amar no es solo un sentimiento, aunque el que ama sienta muchas veces cosas lindas. Amar es más que un sentimiento, es una decisión. Para eso Dios nos ha dado la libertad, para ir más allá de lo que sentimos y podamos sobreponernos muchas veces a nuestros sentimientos pasajeros que tantas veces nos engañan. Los que se aman sienten, piensan y buscan lo mismo.
Hoy la cosa es muy lógica y casi matemática. Mirá: Si amás a Dios = amás al prójimo y viceversa, si amás al prójimo = amás a Dios. ¿Quién es el prójimo? Para los cristianos, todos, pero cada uno en concreto. Todos son nuestro prójimo, no solo el que me cae bien y es fácil amar. ¿Qué es amar? Buscar el bien de ese prójimo que aparece en mi vida. ¿Se puede amar a Dios que no vemos? Sí, en los hermanos, en el prójimo que ves. ¿Por qué? Porque ese que ves Dios lo ama de la misma manera que a vos, entonces tenés que amar lo que Dios ama, pensar y sentir como Él. ¿ Si el amor es gratuito, Dios nos puede exigir el amar? Sí, es gratuito, pero nos puede pedir el amor porque Él nos amó, nos ama y nos amará siempre primero, siempre plenamente. Sólo Él tiene derecho a exigir.
Del Evangelio de hoy, nadie puede quedar indiferente y sin preguntarse seriamente: ¿En verdad amo a Dios? Creo que a todos nos falta mucho. Pidamos al Amor, más amor.