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XVI Sábado durante el año

Jesús propuso a la gente otra parábola:

«El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: “Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?”

El les respondió: “Esto lo ha hecho algún enemigo”

Los peones replicaron: “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”

“No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero.”»

Palabra del Señor

Comentario

La Palabra de Dios es siempre una maravilla si se la sabe escuchar con atención, si se la sabe relacionar con el todo. Eso es lo más difícil, ir percibiendo el todo sin olvidarnos de las partes y también ir viendo en el todo cada partecita. Todo tiene que ver con todo, Dios nunca puede contradecirse, pero hay que saber descubrir la verdad en cada texto y cómo esa verdad está conectada con otra verdad y así de a poco, vamos descubriendo la gran Verdad del Evangelio que es el mismo Jesús, y cuando eso pasa nos “toca” la vida, la vida entera, no una parte, sino todo. Eso intenté mostrarte en esta semana que pasó, el evangelio de Marta y María casi que pudimos ir hilándolo con muchos otros evangelios y darnos cuenta que en definitiva, todos tenemos en nuestro corazón bastante de Marta y algo de María, y que en la vida no somos, como se dice “blanco o negro”, sino que tenemos blanco, negro, grises, claros, oscuros, somos un poco más complejos de lo que parece, aunque Jesús nos quiera ir llevando lentamente a la unidad y simplicidad.

Algo así aparece en la palabra de hoy. En el Reino de los cielos, hay de todo un poco. Al final prevalecerá el bien, al final Dios separará cada cosa en su lugar. Mientras tanto, convivimos con la cizaña, con la maleza y con el trigo, la planta buena. Y aunque nos creamos con la capacidad de distinguir y con las ganas de arrancar todo, Jesús nos enseña que eso no nos corresponde y que tenemos que saber esperar. Marta hubiese arrancado la cizaña casi sin preguntar, Marta se llevaría todo por delante y se creería con la autoridad de tirar lo que es malo. Muchas veces por ser Martas, olvidándonos de que siendo Marías tenemos más luz para distinguir, nos equivocamos muchísimo en la vida, juzgando, señalando, deseando el mal, intentando acabar con cosas que ni el mismo Dios quiere.

Los peones de la parábola son buenos, quieren hacer el bien, quieren hacer lo que haríamos vos y yo, avisarle al propietario que el campo “se le llenó de malezas” y al mismo tiempo ofrecerse para arrancar lo que no deja crecer las buenas plantas. Es la tentación “bajo apariencia de bien”, es el querer hacer algo que consideramos bueno, pero que en realidad Dios no quiere. Es la tentación de Marta, de hacer cosas buenas, pero en realidad no estar haciendo lo que Jesús prefiere. Por eso, para terminar la semana, es bueno que nos preguntemos: ¿Qué es lo que Jesús prefiere? ¿Quieres que vayamos a arrancarla? le preguntaron. Por lo menos le preguntaron. ¿Nosotros le preguntamos a Jesús qué es lo que quiere? María eligió la mejor parte que no le será quitada porque supo escuchar y preguntar.

Al final de la semana volvamos a elegir la mejor parte, volvamos a elegir lo que Él prefiere y no lo que nosotros muchas veces haríamos. Confiemos en que sus decisiones son mucho mejores que las nuestras, ¿tenés alguna duda? ¿Todavía seguís creyendo que lo que vos pensás es mucho más inteligente que lo que piensa Jesús? Es verdad que cualquier Ing. Agrónomo se agarra la cabeza con esta parábola, es verdad que a nadie que tiene una huerta se le ocurre dejar la maleza hasta el final, eso es verdad. Pero es más verdad que para Dios somos mucho más que plantas, somos sus hijos, sus creaturas más amadas, que quiere esperar y cuidar hasta el final. ¿Vos qué harías con tus hijos? ¿Los esperarías hasta el final o no?

Que la María de nuestro corazón nos enseña a moderar la Marta que no sabe parar y escuchar. Que la Palabra de esta semana nos enseñe a preferir siempre lo que prefiere Jesús.