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XV Lunes durante el año

Jesús dijo a sus apóstoles:

«No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.

El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.

El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió.

El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.

Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.»

Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.

Palabra del Señor

Comentario

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Seguramente, como digo muchas veces, un poco cansados –porque el lunes a veces no terminamos de estar con ganas de empezar a trabajar–, pero queriendo poner nuestro corazón otra vez al servicio de lo que Dios nos proponga, por medio de su Palabra y de las situaciones que se nos presenten en estos días. No sabemos lo que vendrá, aunque lo planifiquemos, es por eso que lo mejor es estar siempre abiertos a la novedad del Evangelio, a la novedad de la vida. Te propongo algo. Continuemos con Algo del Evangelio de ayer durante estos días, como hago habitualmente.

Jesús eligió a doce para continuar su obra, a doce amigos, o los fue haciendo amigos. ¿Te pusiste a pensar eso alguna vez: que la Iglesia, lo que hoy llamamos Iglesia, esa que algunos tanto critican o poco quieren, o incluso abandonaron, pero que vos y yo amamos o queremos amar cada día más a pesar de sus errores, empezó así, empezó con Jesús y doce más? ¡Qué locura de amor! Nada en este mundo puede generar lo que generó el amor de Jesús a estos doce, el nacimiento de la Iglesia y su crecimiento a lo largo de la historia y lo que genera incluso hoy. Ninguna comunidad humana, ninguna ideología, ningún fanatismo puede hacer que la Iglesia siga permaneciendo, puede hacer que la Iglesia haga lo que hace. Y esto que te digo no es un elogio absurdo de un sacerdote que la quiere mucho, sino que es una realidad concreta, con datos reales. Más allá de la fe, crean o no crean los otros que la Iglesia es una institución divina y humana, santa y pecadora, obviamente tenemos que decir que objetivamente la Iglesia católica es la institución que más bien hace a la humanidad por su infinidad de obras de bien, que existen esparcidas a lo largo y ancho del mundo, más que ninguna otra. Por más pecados que hayamos cometido, por más mal que a veces incluso hayamos hecho, que nunca se justifica, ninguna institución hace tanto bien. ¿Te pusiste a pensar alguna ve que la Iglesia surgió a partir de doce elegidos por Jesús? Solo Jesús puede transformar el mundo a lo largo de la historia empezando solo con doce.

Algo del Evangelio de hoy es para comprender a lo largo de la vida, no se termina nunca. Parece un poco chocante o incluso demasiado exigente. Asusta, pero es así. A simple vista, escuchando muy por arriba, superficialmente, parece incomprensible. Pero sabemos que no todo se comprende de un día para el otro, no se puede comprender todo en un instante, no se comprende todo por comprender algo. No hay que ser ansiosos con la Palabra de Dios. Es así. La virtud de la paciencia con las cosas de Dios, es fundamental, es la madre de todos los bienes. La paciencia todo lo alcanza, la paciencia nos ayuda a alcanzar el amor, la paz, al mismísimo Dios. Por eso, no pretendamos comprender los evangelios de cada día en un solo día, sino durante toda la vida. Por eso el de hoy se comprende recordando que Jesús es todo y por eso pide todo, no por capricho, no porque pretende todo para Él, sino que es por nuestro bien, para nuestra salvación, felicidad. Jesús siembra amor y quiere cosechar amor, no egoísmo. Él piensa en el bien de todos, no solo en el tuyo y en el mío. Él quiere la felicidad de la humanidad entera y por eso nos propone algo que parece un poco extraño. Propone que el amor hacia Él esté por encima de todo, aunque nos genere división interior y exterior para con los demás.

Solo amando a Jesús primero, realmente y más, podremos amar a nuestras familias plenamente y ser felices en serio. Mientras tanto los amores compiten, cuando en realidad el de Jesús potencia todo lo demás. Esto solo lo comprende el que se siente discípulo, el que lo sigue seriamente; por eso hoy Jesús les habla a sus discípulos más cercanos. Esto, digamos así, no es para cualquiera, es para el que lo descubrió como el amor de su vida. Solo una enamorada o un enamorado de Jesús, solo el que fue tocado por su gracia en el corazón, puede decir con total naturalidad y sin escrúpulos: Yo amo más a Jesús que a mi padre, que a mi madre, que a mis hijos y eso me hace feliz. Y por amar más a Jesús no quiere decir que amo menos a mi familia, sino que los amo mejor, como Él quiere.

Solo un enamorado en serio es capaz de que no le importen las críticas ajenas o incluso el ser dejado de lado por un familiar por el hecho de amar a Jesús con todo su corazón. No te asustes si no te sale decir semejantes palabras, no te asustes si todavía no amás más a Jesús que a tus seres queridos. La fe y el amor a nuestro Maestro es un camino largo, pero lindo. Falta mucho por recorrer, nos falta a todos unos largos trechos. Hay que tenerse paciencia a uno mismo. No nos olvidemos que la semilla sembrada por Él, algún día dará fruto si somos constantes. Esa es la falta de paz que trae Jesús, que a veces algunos no comprendan que podemos amarlo más a Él que a los que tenemos cerca.

Si ya amás más a Jesús que a todos, no te impacientes ni te enojes con los que no te comprenden o no lo aman. Recibiste una gracia, a los otros todavía les falta descubrirlo; ya la recibirán, es cuestión de tiempo. Si todavía no lo amás más que a todos, pedilo, pedilo como gracia, porque «el que pide, se le dará».