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XIV Lunes durante la semana

Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: «Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá.» Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.

Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: «Con sólo tocar su manto, quedaré curada.» Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: «Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado.» Y desde ese instante la mujer quedó curada.

Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: «Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme.» Y se reían de él. Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región.

Palabra del Señor

Comentario

Empezando esta nueva semana, en este lunes, nunca podemos olvidarnos que gracias a la Palabra de cada día muchos de nosotros encontramos nuevo aire para vivir y respirar. La Palabra de Dios es como el aire de los pulmones, es la que oxigena la sangre que corre por nuestras venas para que tengamos vida, vida espiritual, en abundancia. Aunque a veces no la escuchemos con la atención que se merece, aunque muchas veces pensemos que no nos produce nada, ella siempre está ahí para darnos aire, para inflamarnos el corazón. Por eso no empieces, no empecemos este lunes sin escuchar. No empieces este lunes pensando que siempre es lo mismo, no empieces con el ánimo por el piso. Levántate. Confiá en que siempre te puede decir algo nuevo si le dedicás tiempo, si le ponés el corazón.

A mí me sorprende día a día el descubrir cosas nuevas que Dios me dice por medio de su Palabra, y por eso no hay nada peor que acostumbrarse a escuchar, el acostumbramiento nos hace mal, nos hace escuchar sin corazón. La familiaridad mata el asombro. Muchos de los que escuchan día a día estos evangelios me cuentan que los escuchan muchas veces. Incluso si lo sienten necesario, cuanto más tiempo le dedican, más bien les hace. Cuando tengas más tiempo, también es bueno que lo hagas. Yo mismo hay días que me escucho a mí mismo para escuchar mejor, es necesario. Por eso, creo que vos también podés hacer lo mismo. No te canses de escuchar la Palabra de hoy ni la de ningún día. No busques la perfección. Si no podés escucharla con mucha atención, por lo menos ponela de fondo. Lo importante es que no la dejes nunca, que no dejemos nunca a Jesús, que no dejemos jamás de escucharlo, estemos como estemos, nos esté pasando lo que nos esté pasando.

La fe tiene mucho que ver con esto, con la confianza puesta en que Dios eligió lo sencillo y cotidiano para hablarnos. Eso que los paisanos de Jesús, por decirlo de algún modo, del Evangelio de ayer, rechazaron por falta de fe. ¿Cómo es posible que Dios nos hable por medio de un carpintero? «¿No es acaso el carpintero, el hijo de María…?». ¿Cómo es posible que de lo más sencillo pueda salir tanta sabiduría? Bueno… debo decirte que sí. Dios se hizo hombre y, además, pobre y carpintero, todo un «escándalo» para este mundo, para nuestro corazón que pretende muchas veces cosas distintas. ¿Cuánta atención le ponemos a la gente sencilla de este mundo, en comparación con la gente que este mundo considera importante? ¿Pensaste eso alguna vez? No nos compliquemos la vida, no le compliquemos la vida a nuestro buen Dios que justamente vino a hacérnosla más sencilla. Seguiremos con este tema durante esta semana.

Algo del Evangelio de hoy es para disfrutar. Dos grandes milagros que seguramente te suenan conocidos por haberlos escuchado en el Evangelio de Marcos la otra semana, pero si prestaste atención, tiene algunos detalles de diferencia. Dos grandes personas de fe que recurrieron a la fe justamente en momentos donde todo parecía perdido, donde parecía que no había solución. Una mujer que desde hacía doce años estaba enferma y un hombre desesperado pero lleno de confianza, aun cuando su hija ya estaba muerta. Solo una mujer paciente y perseverante puede seguir intentando curarse después de doce años de enfermedad. Solo un hombre paciente y perseverante y lleno de amor puede recuperar a su hija una vez que la vio muerta en sus brazos. En definitiva, solo el amor puede resucitar, solo el amor puede buscar a pesar de que todo parece que está muerto. ¿Vos harías eso? Solo un padre o una madre pueden intentar que su hija reviva aun estando muerta. Solo el amor puede hacer revivir, como decía, las cosas del corazón.

¡Qué maravilla! ¡Qué ejemplo y ánimo para muchos de nosotros que no sufrimos a veces ni pasamos por una ínfima parte de dolor de la de estas personas de hoy, de tantas personas en este mundo que sufren mucho más! ¡Señor, dame por lo menos una pisca de ese amor! Sé, porque me han contado, que muchos grupos de enfermos escuchan los audios, sé que hay personas que están sufriendo día a día, escuchan estos audios con el Evangelio de cada día. Seguro que son mujeres y hombres llenos de fe, de amor y de paciencia. Ánimo, no desfallezcan, levanten la cabeza y el corazón. Rezamos por ustedes, la Iglesia siempre reza por ustedes, por los enfermos, por los que tiene una especial predilección. Son miles de miles las iniciativas de la Iglesia para con los enfermos, para ayudarlos, acompañarlos, animarlos.

¡Qué lindo que es que el Evangelio de cada día nos una como hermanos!, cada uno en lo suyo, algunos sufriendo, otros rezando por los que sufren y, por qué no, pedirles que recen y ofrezcan sus sufrimientos por los que estamos bien en este momento, los que no tenemos tanta paciencia y perseverancia a veces; eso que en muchas ocasiones da la enfermedad, paciencia y perseverancia, y algún día a todos nos tocará pasar por algo similar. El amor verdadero se alcanza en la prueba muchas veces, en el dolor, casi como una ironía de la vida, pero al mismo tiempo una oportunidad para crecer.

Si ahora estás enfermo, sufriendo en tu cuerpo y en tu alma por algún dolor, esperá, esperá, aprendé a esperar. Pedile a Jesús, a la mujer del Evangelio y al padre de esta niña, que te ayuden a saber esperar y confiar siempre hasta el final, sabiendo que pase lo que pase, aunque algunos incluso se rían de Jesús, como hoy, su amor siempre terminará resucitando y curándolo todo. En cambio, si nuestra vida anda sobre rieles, por decirlo así, pensemos en que no tenemos derecho a ser impacientes; al contrario, disfrutemos y recemos por los que más sufren.