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XI Lunes durante el año

Jesús dijo a sus discípulos:

Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.

Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.

Palabra del Señor

Comentario

Como tantos hombres, a lo largo de la historia, que escucharon estas palabras de Algo del Evangelio de hoy, seguramente te sorprenderás, te asustarás o bien te enojarás porque te parece una locura semejante pedido de Jesús. O te parece, incluso, injusto e ilógico pedir algo así. Pero vuelvo a decirte lo que te dije muchas veces: para comprender hay que creer, para aceptar hay que amar las palabras de Jesús, para comprender y aceptar hay que salir de uno mismo, hay que esforzarse un poco para no creérsela que uno se las sabe todas, para no considerar que nosotros tenemos la verdad. Se necesita humildad y para ser humilde hay que salir del yo, hay que vencer ese gigante interior, que es el ego.

“Yo les digo”… Yo les digo nos dice Jesús. Yo les digo que el mal no se soluciona con otro mal. Hacé el intento de grabártelo en la cabeza y en el corazón. Que el fuego no se apaga con alcohol, que lo mojado no se seca con agua. Yo les digo que el mal solo puede ser vencido con el bien. Yo les digo que la mejor arma para destruir y afrontar el mal, en nuestra vida y en la de los demás, es el amor y la verdad. ¿Y cuál es la verdad? La verdad es que el amor es el remedio al dolor, el remedio al odio, es la respuesta a la mentira. Es la solución a la ira, a la violencia, a la insensatez, a la corrupción y doblez de corazón, al engaño, a la tristeza, a la hipocresía y así podríamos seguir nombrando todos los males de este mundo que anidan en nuestro corazón.

Presentar la otra mejilla, dar el manto, acompañar más de la cuenta, no es ser estúpidos, no es dejarse aplastar por el mal. Al contrario, es ser inteligentes y triunfar de otra manera. Es responder con el bien. No es ser tontos y dejar que el mal triunfe dejándome pegar, dejando que la injusticia gane la pulseada. ¡No! Eso no es cristiano, no es de hijos de Dios. Poner la otra mejilla, es responder con un bien y que eso incluso nos exponga a recibir otro mal, para volver a responder con un bien, hasta el final. El que ama se expone. El que ama se expone a sufrir por amor, no por masoquismo. ¿Qué es lo que pretendemos hacer cuando respondemos a un mal con otro mal? Esa es la pregunta. Ganar. Triunfar. Queremos hacer justicia por mano propia y lo hacemos a nuestra manera, creyendo que de ese modo lo solucionaremos. Pero tenemos que entender que no hay otra manera de vencer el mal que con el bien. No existe otro camino posible por más que nos empeñemos en buscar otros caminos.

Probá, probemos hoy vivir estas palabras llenas de sabiduría, en lo sencillo de nuestra vida. Respondamos con una sonrisa alegre al saludo amargo del lunes por la mañana, ese saludo de tu compañero o jefe del trabajo. Respondé dejando el asiento a otro, aunque a vos te lo hayan negado. Respondé dando más de lo que te pidieron y es estrictamente necesario, aunque no parezca necesario. Respondé llamando al que te quiere y vos estás esperando que te llame primero por la dureza de tu corazón. Hay miles de formas de probar. Hay cientos de oportunidades en este día para vivir la verdad del evangelio de Jesús. Probemos, vas a ver que no nos vamos a arrepentir, vamos a salir ganando, en el fondo, lo que siempre queremos.