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I Sábado de Adviento

Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.»

Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia.

A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente.»

Palabra del Señor

Comentario

Buen día. Espero que tengamos un buen sábado, que terminemos esta semana de la mano, como siempre, de la Palabra de Dios. Terminando estos primeros días del tiempo de Adviento que comenzamos de hace una semana, intentando recorrer este camino tan lindo que nos propone la Iglesia de poder prepararnos verdaderamente para la celebración del nacimiento del Señor; para poder volver a pasar por el corazón esta gracia tan grande que hemos recibido, que el mismísimo Dios se haya hecho hombre por nosotros, que haya nacido en un pesebre, que haya estado en brazos de María y José. Pero también recordemos que es tiempo para mirar hacia el futuro y poner nuestra mirada en nuestra verdadera esperanza; fijar la mirada en aquel que nos da la esperanza, que es Jesús, que algún día volverá. Volverá para juzgar a vivos y a muertos. Volverá para juzgarnos con misericordia y con justicia, para separar las ovejas de los cabritos: unos a la derecha y otros a la izquierda; simbolizando aquellos que han buscado amar, aquellos que han intentado saciar el hambre y la sed de los demás y, por otro lado, aquellos que se negaron a utilizar los talentos que Dios les dio. Por eso, también es tiempo para revisar nuestra vida, para mirar a Jesús con amor y dejarnos mirar por él y sentirnos amados y de esa manera poder responderle con amor.

Así vamos en esta primera semana. Pero vamos hoy a Algo del Evangelio, en donde se nos describen varias cosas, entre ellas, que Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos enseñando. No solo enseñaba, sino que también curaba las enfermedades y las dolencias. Y, al mismo tiempo, se compadecía de esas ovejas que parecían que no tenían pastor. Por eso, vemos a Jesús que recorre, que sale de él mismo para acercarse a los necesitados, que enseña. Que no solo da cosas, sino que también transmite una sabiduría. Que no solo le interesaba curar los dolores del cuerpo, sino que también le interesaba enseñarle a la gente, enseñarnos a nosotros para que también aprendamos a vivir, a vivir como Hijos de Dios. La mayor compasión de Jesús está en ver que nosotros a veces o que el ser humano anda así: como ovejas sin pastor, como aquellos que no tenemos guía, que vamos sin rumbo, que solamente oímos las voces que nos desvían de los verdaderos caminos y no la voz de Jesús. ¡Qué lindo que es saber que nuestro buen Jesús siempre nos está hablando en la Palabra, nos está hablando al corazón para que nos demos cuenta de que sin él no podemos! Que, si no escuchamos la voz del buen pastor, no podemos seguir adelante. Y para eso Jesús también eligió guías, pastores, «porque la cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos». Hay que rogar para que haya pastores similares, parecidos al corazón de Jesús, que siempre buscó guiar al Pueblo. Esa es la misión de los sacerdotes: hablar y enseñar y compadecerse como lo hizo Jesús. Y por eso convocó a doce discípulos y sigue convocando hoy en día a tantos sacerdotes en el mundo para que puedan vivir y cumplir la misión que Jesús tuvo acá en la tierra, entregándose completamente al Reino de Dios, entregándose completamente a llevar el mensaje del Padre. Y es ahí donde escuchamos, al final del evangelio, que Jesús les dice a sus discípulos: «Vayan. Vayan por el camino, proclamen que el Reino de Dios está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente». Todos de algún modo recibimos esta misión. Es verdad que especialmente está destinada a los sacerdotes, a los pastores, a los consagrados. Pero también podríamos pensar que todos hemos recibido gratuitamente y tenemos que dar gratuitamente. Todos recibimos la Palabra de Dios gratuitamente y por eso todos podemos ser también transmisores, instrumentos, puente entre Dios y los hombres

¡Qué lindo que es sentirse elegido por Jesús! Que, a pesar de nuestras debilidades y nuestros pecados, nos vuelve a elegir y nos dice: «Vayan por el mundo. Vayan y hagan lo que yo hice.

Vayan y no se detengan. Salgan de su comodidad, miren para adelante y vean que la gente necesita de mí, necesita de mi amor».

Dios quiera que todos sintamos este llamado y nos sintamos enviados a llevar la Palabra de Jesús por todos lados.