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II Miércoles de Adviento

Jesús tomó la palabra y dijo: «Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana.»

Palabra del Señor

Comentario

Me parece divertido empezar el audio de hoy diciendo: ¡Levante la mano quien está cansado y agobiado! Me encantaría ver la cara de todos los que escuchan esta pregunta y ver su reacción. Si estás un poco cansado y agobiado, levantá la mano. Si andás por la calle hacete el distraído y levanta la mano como quien quiere tocar el cielo con las manos; si estás en tu casa solo, aprovechá levantá las dos manos y además pegá un grito diciendo, siiiiiiii, estoy cansado. Si andás en auto sacá la mano por la ventanilla y si estás escuchando el audio, pero estás con gente alrededor, levanta la mano disimuladamente haciendo como que te estás desperezando. No vaya ser que pienses que estás loco. ¿Para qué empezar así?

No te estoy obligando a levantar la mano si realmente no estás cansado y agobiado, si no lo estás no busques excusas para cansarte sin sentido, dale gracias a Dios porque te ayudó a llegar a este fin de año con aire y fuerzas. También fíjate que, si no estás cansado para nada, por ahí es signo de que no estás trabajando lo suficiente, de que no te estás entregando. El que trabaja se cansa, el que ama también se cansa. Es también una posibilidad, lo normal es que nos cansemos, por una cosa o por la otra.

Pero si levantaste la mano, gracias, ya somos dos y por lo menos logré lo que quería, que podamos reconocer, humildemente, sin quejas ni reproches hacia nadie, que muchos de nosotros andamos cansados y agobiados porque no sabemos manejar las fuerzas, porque no sabemos coordinar nuestro corazón, porque no sabemos descansar en Jesús. Cansarse y agobiarse es parte de la vida, hasta te diría que es necesario, y es signo de entrega. Cansancio físico, que se recupera fácilmente, pero también cansancio espiritual que es el que más cuesta. Ahora, hay formas y formas de cansarse. Podemos cansarnos y agobiarnos sin Jesús, sin Dios o podemos cansarnos con Él, junto a Él y por eso terminar descansando en Él.

En la primera lectura de hoy del libro de Isaías, que en realidad pocas veces la comento, dice algo muy interesante: “El Señor es un Dios eterno, el crea los confines de la tierra; no se fatiga, ni se agota” O sea, nosotros nos cansamos, somos creaturas, él no se cansa, es creador y está para aliviar, no se agota de ser Padre, no se fatiga, es su gran alegría. El Padre envió a su Hijo al mundo para salvarnos, salvarnos también del cansancio, para que nos dejemos aliviar! Dice hoy Jesús, “Yo los aliviaré” Jesús es nuestro aliviador de cansancios y agobios, de cargas mal llevadas. No es el solucionador de problemas, sino el que quiere aliviarnos y ayudarnos a encontrar descanso en Él.

Ponete a pensar en, las muchísimas propuestas aliviadoras que hay a nuestro alrededor, bueno sería interminable, cada uno tiene que pensar en esas cosas que acude muchas veces pensando que darán la solución eterna y después todo vuelve a la normalidad, nos cansamos espiritualmente como si nada hubiese pasado. Incluso a veces volvemos de las vacaciones cansados.

Por otro lado, también la lista del porqué nos cansamos sería interminable, cada uno tiene las suyas. Supuestamente nos cansamos y agobiamos por problemas externos: mi marido que está insoportable, mi mujer que se queja de todo y no me entiende, mis hijos que viven en la suya y se olvidan de mí, mi trabajo que es agobiante, el tráfico de mi ciudad que no mejora nunca, los malos que me rodean, el estudio y los profesores que son injustos. Siempre el problema está afuera, a veces nos decimos: “Si todo eso no estuviera yo estaría perfecto”. Ahora, según las palabras de Jesús, ¿el problema no será que lo tenemos dentro? Lamento darte esta mala noticia, pero Jesús hoy dice claramente: “Aprendan de Mí que soy manso y humilde de corazón” Eso quiere decir que, para aliviarnos, para que dejemos de estar cansados y agobiados, Jesús nos propone el remedio de la mansedumbre y de la humildad, por lo cual quiere decir que el cansancio es fruto de nuestra falta de humildad y nuestra ira. Una vez un monje muy sabio me lo dijo así: No es que te enojás porque estás cansado, sino que como estás enojado por eso te cansás: Recién hoy lo entiendo, al principio me parecía ilógico. Es así, nos cansamos porque no queremos llevar el peso de ser humildes y mansos, pesa mucho. Es más fácil ser iracundos y ser orgullosos y soberbios. Es increíble, Jesús no recomienda nada externos, todo lo contrario, cambiar desde adentro. Jesús nos dice hoy: ¿Querés dejar de cansarte y agobiarte tanto o aprender a cansarte bien y vivir un cansancio que valga la pena? Se humilde y manso. Para pensar y rezar ¿no? ¿Levante la mano quien quiere ir a Jesús para que Jesús le enseñe a no cansarse y a dejarse aliviar el corazón? Si la levantaste, ya somos dos.