Los fariseos se reunieron entonces para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque Tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?»
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto».
Ellos le presentaron un denario. Y Él les preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?»
Le respondieron: «Del César».
Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios».
Palabra del Señor
Comentario
Los hipócritas quieren tenderle una trampa a Jesús y desde ahí, como siempre, Jesús nos deja una enseñanza magistral, llena de sabiduría divina que se mete en lo humano: “Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios”. No solo no lo pudieron “trampear” sino que además Jesús los dejó callados y admirados. Nadie puede ganarle a Jesús, él es “el Señor, dueño de todo”, nada hay fuera de él, pero los hipócritas no se dan cuenta. Ni los hipócritas de ese tiempo, ni los hipócritas de hoy, que también buscan hacernos “pisar el palito” para encontrarnos un error. Los hipócritas de ahora son esos que de repente empezaron a adular a la Iglesia (cuando nunca lo habían hecho) y quieren hacerle decir a la Iglesia lo que ellos quieren escuchar y esperan de la Iglesia lo que ellos creen que la mejorará.
Jesús nos proteja de los hipócritas de hoy. Estemos atentos a no caer en esas trampas. El mundo no quiere a la Iglesia. La quiere por un rato, tanto y cuanto le guste lo que hace y dice, pero después la desprestigia, la rechaza, la critica. Hoy está lleno de fariseos. No nos dejemos engañar. También dentro de la Iglesia.
Pero a nosotros nos interesa la enseñanza también. ¿Qué significa darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios? Podría parecer en un comienzo que Jesús divide las aguas, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. En principio diríamos que sí. Hay que saber distinguir y separar. Tenemos que saber discernir lo que nos corresponde como ciudadanos y lo que nos corresponde como cristianos. Siempre la Iglesia rezó por los gobernantes y busca el bien común. La Iglesia está en el mundo. Sin embargo tenemos que darle a Dios lo que es de Dios. ¿Qué es de Dios? La respuesta es sencilla y nos aclara todo lo demás. TODO. Todo es de Dios. A Él le corresponde todo nuestro ser, toda nuestra vida y nuestra vida no podemos separarla de este mundo. Estamos en este mundo y no somos de este mundo. A Dios todo, al mundo, al César, sólo que es de ellos. Incluso a veces debemos rebelarnos contra este mundo, debemos aprender a ir “contracorriente”.
Es difícil aprender a darle todo a Dios. Muchas veces le damos todo a muchas otras cosas y a Dios un poquito. O también le damos a Dios bastante, pero en algunos momentos y lugares, y cuando estamos en el mundo, parecemos del mundo. Jesús quiere que sepamos discernir, pero al mismo tiempo no podemos separar de nuestra vida lo que está unido. Somos cristianos y ciudadanos, ciudadanos cristianos. Y eso nos distingue. No te dejes engañar, hay cosas de este mundo que no son cristianas, dejáselas al mundo. En cambio toda tu vida es de Dios, dásela a Dios.